Guerra del pacifico

 

Bolivia

 

1836, octubre o Se consagra la Confederación Perú-Boliviana, a iniciativa del general Andrés de Santa Cruz, que inquieta tremendamente a Chile. "La posición chilena frente a la Confederación Perú-Boliviana es insostenible. Unidos esos dos Estados, aunque no sea más que momentáneamente, serán siempre más que Chile en todo orden de cuestiones y circunstancias. La Confederación debe desaparecer para siempre del escenario de América. Debemos dominar para siempre en el Pacífico", decía una nota del Gobierno de Chile a su Ejército.

1842 Chile, que dispone el límite de su frontera con Bolivia hasta el despoblado de Atacama, desconociendo el legal fijado en el grado 25 de latitud sur, promulga una ley que declara de propiedad nacional las guaneras de Coquimbo, del desierto de Atacama e islas adyacentes. Bolivia representa ante el Congreso y
demuestra con documentos y pruebas que el límite sigue siendo el río Salado.

1843 Las autoridades del puerto de Cobija apresaron a ciudadanos chilenos que cargaban guano clandestinamente en el lugar Orejas de Mar.

1846 La tripulación de la goleta chilena "Janequeo" iza la bandera chilena en Punta Angamos, de Bolivia.

1863 A comienzos de año el representante británico en Santiago informa a su Gobierno de que "se ha comprobado que los depósitos de guano de Mejillones son extensos y de mejor calidad". 
En marzo o Chile toma posesión de Mejillones ante las vanas protestas bolivianas. La Cancillería chilena declara "su incuestionable derecho" sobre el desierto hasta el grado 23, por lo que "dispondría como dueño de los depósitos de guano". Rechaza todo acto jurisidiccional de las autoridades bolivianas en esos parajes que califica como una "injustificable agresión a su territorio".
En Junio o El Congreso boliviano, en sesión secreta autoriza al Poder Ejecutivo a declarar la guerra a Chile "siempre que, agotados todos los medios conciliatorios, no obtuviese la reivindicación del territorio usurpado". Las autoridades
no logran una alianza militar con Perú.

1864 El plenipotenciario Tomás Frías viaja a Santiago e intercambia notas diplomáticas con el canciller Manuel Tocornal. "Resulta improrrogable la necesidad de poner término a semejante estado de cosas que, tras alterar la buena armonía, pone en riesgo la paz de ambas repúblicas", planteó Frías tras lo cual
las relaciones quedaron suspendidas.

1865 Un altercado entre un terrateniente peruano y emigrantes vascos deriva en la presencia de barcos españoles frente a las costas peruanas que, en represalia a un desaire oficial a su representante diplomático, toma posesión de las islas Chincha -grandes depósitos de guano- e iza su bandera. Se suceden manifestaciones antiespañolas en Valparaíso durante la cual se ultraja la bandera española. Para exigir que Chile pida disculpas, las naves amenazan bombardear ese puerto. En el apuro, los chilenos buscaron alianzas con Perú, Ecuador y Argentina, menos Bolivia, por no tener relaciones.
Pero, el presidente boliviano Mariano Melgarejo optó por ser generoso. Derogó la ley de declaratoria de guerra y ofreció ponerse al lado de Chile. Sin puertos donde repostar, los navíos españoles retornan al norte no sin antes acabar su munición ante el blanco de Valparaíso.
"El Gobierno boliviano, haciéndose superior a las desavenencias, ofreció un noble ejemplo de fraternidad americana y dio la medida de la elevación y generosidad de sus sentimientos", declaró ante su Congreso el Canciller chileno. Más tarde, Chile ofreció su disposición a aceptar la frontera que Bolivia señalara. Pero
Melgarejo dejó pendiente el asunto.

1866, agosto Se suscribe el tratado de límites entre Bolivia y Chile; se fija el paralelo 24 de latitud meridional, pero además se reparten al 50% la explotación de guano entre los paralelos 23 y 25.

1868, septiembre El presidente Mariano Melgarejo concede por 10.000 pesos los derechos exclusivos para explotar, elaborar y exportar salitre en el departamento de Cobija por quince años. Los concesionarios chilenos fundaron la Sociedad Exploradora del Desierto, presidida por José Santos Ossa.
En octubre o En la caleta Chimba se asienta la "Compañía de Salitres y FFCC de Antofagasta", que asume la concesión de Santos Ossa, y promueve una gran emigración chilena a Antofagasta.

1872 El general boliviano Quintín Quevedo protagoniza un levantamiento contra el Gobierno en Antofagasta, apoyado por 300 partidarios. Ante el fracaso se asila en la corbeta chilena Esmeralda.
En noviembre o El Congreso autoriza al presidente Agustín Morales a suscribir un tratado de alianza con Perú, que es aprobado por el Parlamento peruano en abril de 1873 y por la Asamblea boliviana en junio de ese mismo año, bajo la presidencia del general Adolfo Ballivián.

1874, agosto Bolivia y Chile firman un nuevo Tratado de Paz y Amistad, que ratifica la frontera en el paralelo 24. Además, Bolivia se compromete a no incrementar impuestos en 25 años a las
explotaciones de salitre y minerales.

1877, enero El representante diplomático de Gran Bretaña en Santiago informa a su gobierno de que "se están haciendo esfuerzos para inducir a Chile a adueñarse de Antofagasta y la costa adyacente. Hace tiempo que se sospecha que Chile está dirigiendo ojos codiciosos a ese puerto de Bolivia".
En mayo, 9 o Un maremoto acompañado de fuertes sismos en tierra afectan toda la costa y deja en semirruinas las edificaciones de Antofagasta, Cobija,
Tocopilla y Mejillones, entre otros.

1878, febrero 10 El Congreso aprueba una ley que fija un impuesto de diez centavos por quintal de salitre a la Compañía de Salitre y FFCC de Antofagasta, cuyos accionistas eran los ministros chilenos de Relaciones Exteriores, Alejandro Fierro, de Guerra, Cornelio Saavedra, de Justicia, Julio Segers, el comandante del Ejército, Rafael Sotomayor y el ex ministro de Guerra, Francisco J. Vergara. El impuesto iba a destinarse a reparar edificios dañados por el sismo.
Chile alega que ese impuesto violaba el Tratado de Paz y Amistad del año 1874. El presidente Hilarión Daza no responde a la protesta pero tampoco aplica la
disposición tributaria.

1878, diciembre Tras visitar el puerto de Antofagasta, el ministro de Hacienda convence al Gobierno de la necesidad de aplicar el impuesto de diez centavos. Chile convierte en un problema internacional. Moviliza al acorazado Blanco Encalada, ordena a su agente diplomático a retirar su pasaporte de la Cancillería de La Paz y declara que "renacen para Chile todos los derechos que legítimamente hacía valer antes de 1866".

1879, enero 11 El prefecto de Antofagasta, coronel Severino Zapata, inicia juicio coactivo y dispone la detención del gerente de la Compañía de Salitre y FFCC de Antofagasta y el embargo de sus bienes hasta que honre su deuda al fisco.
El día 16 o Hicks se refugia en el Blanco Encalada. El presidente chileno Aníbal Pinto declara roto el tratado de 1874. 

en febrero, 1 El gobierno de Hilarión Daza determina la reversión al Estado de las salitreras detentadas por la Compañía. El Gobierno chileno ordena al Encargado de Negocios: "retírese inmediatamente. La rescisión decidió la ocupación de Antofagasta".
El dÍa 9 o Serapio Reyes Ortiz se dirige a Lima para invocar la vigencia del tratado de la alianza Perú-Boliviana.
El día doce o Chile dirige una nota a las legaciones diplomáticas en Santiago para advertir que ordenó a la Fuerza Naval "reivindicar y ocupar en nombre de Chile los territorios que poseía antes de ajustar con Bolivia los tratados de 1866
y de Paz y Amistad de 1874".
El día trece o El ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Eulogio Doria Medina, expresó al representante peruano José Quiñones su temor de que "Chile había entrado al campo de los hechos apoderándose de Antofagasta".
El día catorce o Se produce la ocupación de Antofagasta y, un día más
tarde, de Cobija y Caracoles.
los dÍas 15, 16 y 17 o Los cónsules bolivianos en Valparaíso, coronel Juan Granier, y en Tacna, Manuel Granier,
envían mensajeros al Gobierno de La Paz para informar de que Chile ha ordenado la ocupación del Litoral.


Perú 

En abril de 1879, las jóvenes repúblicas sudamericanas del Pacífico; Perú y Chile, iniciaron una guerra larga, cruenta y muy costosa, cuyas causas se encuentran en la política emprendida por el gobierno chileno sobre el territorio de Atacama, entonces bajo soberanía de Bolivia. Apenas 30 años atrás los tres países ya se habían enfrentado en la llamada Guerra de la Confederación, por el predominio comercial en las costas del Pacífico occidental.

Poco después de emerger como naciones independientes, Chile y Bolivia mantuvieron diferencias en cuanto a los límites que los dividían en la franja costera. La interpretación chilena establecía que su territorio alcanzaba hasta el paralelo 23 de latitud sur, mientras para Bolivia el limite se fijaba en el paralelo 26. La situación se complicó cuando en el territorio en disputa se descubrieron importantes yacimientos de salitre -nitrato utilizado como fertilizante y para la fabricación de pólvora. En 1866 los gobiernos de La Paz y Santiago zanjaron sus diferencias territoriales mediante la suscripción de un tratado que estableció el paralelo 24 como limite, pero que acordó la división por partes iguales de las ganancias por el salitre explotado por empresas de capital chileno y británico entre los paralelos 23 y 25.

Sin embargo el tratado no resultaría satisfactorio para las nuevas autoridades bolivianas, pues fue suscrito por un gobierno liderado por un caudillo (Mariano Melgarejo) influenciado por intereses chilenos. En consecuencia, en 1872 se realizó una revisión, y en 1874 se firmó un nuevo tratado, mediante el cual Chile renunció a los beneficios económicos de la explotación salitrera en la zona comprendida en los paralelos 24 y 25. A cambio el gobierno de Bolivia se comprometió a no incrementar los impuestos sobre el salitre durante los próximos 25 años, es decir, hasta 1899.

En la práctica sin embargo, la jurisdicción boliviana se mantuvo como un elemento nominal. La presencia chilena era abrumadora; su población superaba ampliamente a la boliviana y sus empresas dominaban la economía del lugar. La autoridad política boliviana pasó así a ser ficticia habida cuenta de la enorme distancia que separaba a esa provincia de la sede de gobierno en La Paz.

En febrero de 1878, la Asamblea Constituyente de Bolivia, confiada en el ejercicio de su soberanía sobre Atacama, luego de aprobar una transacción celebrada en 1873 entre el gobierno boliviano y la compañía "Salitres y Ferrocarril de Antofagasta", decretó un impuesto de diez centavos de Pesos sobre cada quintal de salitre exportado por dicha empresa chilena. Esta rechazó tal imposición, considerándola una violación al tratado de 1874, y en vez de recurrir a un tribunal de derecho civil, reclamó a través de su gobierno. De este modo la cancillería chilena solicitó al gobierno de Bolivia derogar el tributo o recurrir a un arbitraje. Bolivia se negó bajo el lógico argumento que se trataba de un asunto interno entre el Estado y una empresa privada.

Chile no aceptó ni esa ni las explicaciones subsecuentes e insistió en sus demandas y como La Paz no se rectificaba, a inicios de 1879 el gobierno de Santiago despachó al puerto de Antofagasta, a modo de disuasión, al blindado Blanco Encalada. El primero de febrero de ese año Bolivia, en protesta por la presencia de aquella nave de guerra en sus aguas territoriales, anunció que procedería a la confiscación de las salitreras y que las remataría el 14 de febrero.

La reacción chilena no se hizo esperar. El doce de ese mes el ministro de asuntos exteriores de Chile despachó a su cónsul general en Antofagasta la siguiente comunicación:

“En pocas horas más el litoral que nos pertenecía antes de 1866 será ocupado por fuerzas de mar y tierra de la república y V.S. asumirá el cargo de gobernador político y civil de ese territorio”.

En la fecha prevista para la subasta, por orden del presidente chileno Aníbal Pinto, una fuerza de 700 soldados al mando del coronel Emilio Sotomayor desembarcó en Antofagasta. Las tropas chilenas no encontraron resistencia organizada, extendieron pronto su control a las localidades costeras adyacentes y reivindicaron dichos territorios para Chile (1).

El primero de marzo, el gobierno boliviano del general Hilarión Daza denunció la ocupación y ordenó el cese de relaciones diplomáticas y comerciales con Chile. La guerra estalló. La diferencia entre ambos contrincantes era abismal, razón por la cual Bolivia solicitó de inmediato la ayuda de la república del Perú en concordancia con un tratado defensivo que ambos países habían suscrito secretamente en 1873 (2).

Es difícil evaluar si en las condiciones prevalecientes en aquel entonces, el Perú procedió adecuadamente al involucrarse en un conflicto que le era ajeno por cumplir con un compromiso internacional. Moralmente su actuación fue impecable. Pero si bien un tratado debía honrarse, no debía ser a costa de poner en riesgo la supervivencia nacional. Quizás hubiera servido mejor al interés peruano aplicar una política realista que implicara denunciar el tratado y mantenerse al margen del contencioso. Las razones resultaban evidentes si se consideraba que el Perú no estaba preparado para encarar un conflicto de proporciones y si se tenía en cuenta que el aliado era débil y el eventual contrincante muy fuerte, hecho que impedía mantener un equilibrio en la relación de fuerzas.

La capacidad militar peruana no había logrado mantener una relación con la creciente prosperidad económica experimentada en el país en la década de 1870. El gobierno civilista del Presidente Manuel Pardo había reducído fuertemente los gastos militares, como parte de la política de su partido de intentar neutralizar el rol dominante de las fuerzas armadas. Su sucesor, el presidente constitucional Mariano Ignacio Prado (1876-79), encontró sus opciones limitadas y no pudo hacer las correcciones del caso pese a que se trataba de un militar de profesión.

El Perú no declaró la guerra. Chile lo hizo. Pero la ambigüedad del accionar peruano, que por un lado quiso ser un mediador sincero a fin de hallar una solución pacífica al diferendo y que por otro se mantuvo estoicamente fiel a su honor y a su compromiso con una de las partes involucradas, terminó por generar sospechas equivocadas, resentimientos y hostilidades y la colisión se hizo inevitable.

Si Chile se venía o no alistando para la guerra, puede resultar discutible. Hay indicios a favor y algunos argumentos en contra. En todo caso, aquel país había recurrido a un acto de agresión armada y respaldaba su accionar en un ejército muy bien organizado y disciplinado, basado en la estructura militar francesa y en una fuerza naval respetable, aún para estándares europeos, organizada en base a los parámetros de la Real Marina Británica.

Es justo señalar que entre 1877 y 1878, por efecto de la crisis económica de esa época, y como ocurrió antes en el Perú, los gastos chilenos en defensa se habían reducido dramáticamente. Es así que para fines de 1878, el ejército chileno apenas poseía 3,000 hombres, la mayoría de los cuales se encontraba concentrado en el sur del país, en la frontera de la Araucanía. Al estallar el conflicto sin embargo, la fuerza militar chilena asimiló miles de soldados, al extremo que en poco más de seis meses organizó tres ejércitos: El Ejército del Sur, que operaba en la Araucanía, el Ejército del Centro que operaba como reserva, y el Ejército en Campaña, que enfrentó al Perú y Bolivia. Este último ejército llegó a alcanzar los 25 mil hombres. Además, a partir de 1872 Misiones militares chilenas adquirieron de Gran Bretaña, Francia y Prusia armas de última generación, como ametralladoras Gatling, cañones Krupp y fusiles Comblain, material que a modernizó su arsenal.

Resultaba evidente que en sus inicios la contienda se iba a focalizar en el mar, pues el dominio marítimo era fundamental para garantizar el éxito de las operaciones terrestres de los contrincantes, incluyendo comunicaciones, desplazamiento de tropas, desembarcos y aprovisionamiento a lo largo de las extensas costas del Pacífico Sur. No se requería ser estratega para entender que aquel país que asegurara el dominio del mar sería el que ganaría el conflicto. La primera fase de lo que pasaría a denominarse la Guerra del Pacífico iba a ser pues, marítima.

La escuadra de Chile -quizás la mejor de América Latina después de Brasil- estaba compuesta por dos enormes acorazados gemelos: El Almirante Cochrane y el Almirante Blanco Encalada, ambos, diseñados por Sir Eduardo Reed y construidos en los astilleros Earle Ship Building Company de Yorkshire (3).

Cada uno tenía un desplazamiento de 3,560 toneladas, una potencia de 4,300 caballos de fuerza y un blindaje de nueve pulgadas. Alcanzaban una velocidad de 12.75 nudos y poseían cada cual seis cañones de 9 pulgadas, cuatro de 4.7 pulgadas, cuatro de 2.2 pulgadas, un cañón de 20 libras, uno de 7 libras, cuatro de una libra, tres ametralladoras Norfendelt y cuatro tubos lanza-torpedos de 14 pulgadas.

El primero, bautizado inicialmente como Valparaíso, ingresó al servicio de la flota chilena el 24 de enero de 1876. El Cochrane por su parte, llegó a Chile en diciembre de 1874 pero retornó a Gran Bretaña a terminar su alistamiento en enero de 1877.

La escuadra contaba además con una cañonera relativamente nueva, la Magallanes, construida en los astilleros británicos Raenhill & Company y en servicio desde 1874. Tenía un desplazamiento de 950 toneladas, 1,040 caballos de fuerza y un andar de 11 nudos. Su armamento consistía en un cañón de 7 pulgadas, un cañón de 64 libras y dos cañones de 4 pulgadas (4).

La armada chilena igualmente disponía de dos antiguas corbetas de madera: la Esmeralda, construida en Northfleet, Gran Bretaña, en 1855, desplazaba 854 toneladas, con 200 caballos de fuerza y una velocidad de 8 nudos. Estaba armada con dieciséis cañones de 32 libras de 6.5 pies de largo, cuatro cañones de 32 libras de 9.5 pies de largo y dos cañones de 12 libras (5); y la Abtao, construida en 1865 para los confederados norteamericanos durante la guerra civil, en los astilleros escoceses de Dennis Brothers, desplazaba 1,600 toneladas, tenía reforzamiento de acero en el casco y estaba armada con un cañón de 5.8 pulgadas y cuatro cañones de 4.7 pulgadas. Su potencia era de 800 caballos de fuerza y alcanzaba una velocidad de 10 nudos (6).

Chile poseía además dos cruceros desprotegidos de la clase Alabama, el O´Higgins y la Chacabuco, construidos en 1866 en los astilleros Ravenhill de Londres Gran Bretaña. Cada uno desplazaba 1,101 toneladas, tenía 1,200 caballos de fuerza y alcanzaba una velocidad máxima de 12.5 nudos. Su armamento consistía en tres cañones de 115 libras, dos de 70 libras, cuatro de 40 libras y cuatro ametralladoras Hochtkiss (7 y 8).

Adicionalmente Chile poseía una vieja goleta, la Covadonga, ex nave de la armada española, construida en El Ferrol en 1858. Protegida con casco de fierro, desplazaba 412 toneladas, tenía una potencia de 140 caballos de fuerza y un andar de 7 nudos. Estaba provista de dos cañones de 70 libras, tres cañones de 40 libras y dos cañones de 9 libras (9).

Chile contaba además con dos escampavías, el Lautaro y el Toro. El primero, construido en 1870, desplazaba 120 toneladas, mientras que el segundo, construido en 1874, tenía un peso de 150 toneladas. Ambos estaban armados con un cañón de 40 libras y uno de 6 pulgadas.

 

 

 

CHILE 

 

La guerra enfrentó a Chile con Perú y Bolivia, en el territorio que hoy corresponde al norte del país. Esta se dio a fines del siglo XIX, específicamente entre los años 1879 y 1883.

La Guerra del Pacífico se divide en cinco etapas: Campaña MarítimaCampaña de TarapacáCampaña de Tacna y Arica,Campaña de Lima Campaña de la Sierra. Durante todas estas etapas, el ejército chileno logró avanzar hacia el norte hasta vencer finalmente en la sierra peruana.

Al inicio de la Guerra del Pacífico, Chile presentaba una considerable desventaja en cuanto a sus fuerzas militares. La población de nuestro país alcanzaba a los dos millones y medio de habitantes y el ejército apenas enteraba los 2.500 hombres. Una situación diferente presentaba Perú, el cual tenía tres millones de habitantes y su ejército se componía de 8.000 efectivos. En el caso de Bolivia, sus fuerzas armadas estaban integradas por 3.000 hombres y sus habitantes llegaban a los dos millones.

En materia de poderío naval, las condiciones tampoco eran favorables a nuestro país. Mientras Perú disponía de cuatro acorazados y varios transportes y corbetas, Chile solo contaba con dos y unas pocas fragatas y corbetas, algunas de ellas viejas y bastante endebles. Bolivia, por su parte, no tenía ningún barco de guerra. Justamente fue en el área naval que comenzaron las acciones de guerra.


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